domingo, mayo 20, 2007

Ciudadanos Mutantes



Caminando por la calle me topo con un viejo, yo camino por la vereda y él está la puerta de un edificio, apoyado en su reja. Lo observo, veo que tambalea, le tiritan las piernas, comienza a caer con cara de dolor. Detengo mi marcha y me acerco. Le pregunto si necesita ayuda. Me dice “Sí, gracias” y me tiende su mano. Lo ayudo a sentarse en el suelo ya que no soporta más sus piernas. Luego me mira y me dice que por favor le detenga un taxi, a él le cuesta caminar sin apoyo y ve difícil llegar solo a la calle para detener a uno. Voy a la calle, en la acera del frente veo un taxi estacionado, Cruzo y veo que está sin conductor. Al lado del taxi hay una mujer con su hija de cerca 7 años y caigo en cuenta que espera que vuelva el taxista que compra el diario en la esquina 20 metros más allá. Le explico la situación y le pido el taxi para el viejo y me dice que está apurada. Yo le explico nuevamente, le indico al viejo que espera sentado en el suelo y me dice, lo siento, YO también estoy apurada. No lo puedo creer, cruzo nuevamente la calle, veo al viejo y aparece sorpresivamente un taxi por la calle, lo detengo. Le digo al taxista que estoy deteniendo el taxi para el viejo, se lo señalo. Lo mira y baja del vehículo. Me acerco al viejo y le digo que ya detuve un taxi para él. Me mira pero no me ve. Está ido. Le hablo y no contesta, sus ojos están en otra parte, quizás qué está viendo en ese minuto, pero tengo la certeza de que yo, que estoy frente a sus ojos, no es lo que ve. El taxista me mira molesto, con cara de haberlo hecho perder el tiempo y me dice “está mal el caballero, ah?” y camina de vuelta a su auto, se sube y se va. Yo miro alrededor, ¿qué hago con el viejo? me pregunto, ¿qué hago? De repente veo el quiosco del frente, cruzo nuevamente la calle y le pregunto a la señora que lo atiende si conoce algún vecino mayor que esté enfermo, quizás con Alzhaimer, y me dice, que sí, que hay un señor del edificio del frente que está enfermo, es del tercer piso, me dice, pero no sabe exactamente en qué departamento vive. Vuelvo al edificio, el viejo sigue sentado el suelo, ahora levanta la mirada y me observa, balbucea algo que no entiendo. Mientras miro su cara, toco el 301, la señora que me contesta me dice que no sabe de qué le hablo, pero me dice que siga intentando, que puede ser el vecino, me parece muy rara su respuesta, suena desconfiada y presiento que no me quiere decir el número del departamento del viejo aunque lo sabe, quizás a qué le teme. Toco el 302 y le digo a la señora que me atiende esta vez el citófono, que hay un señor mayor sentado en la puerta del edificio, le digo que no se siente bien y que quería saber si vive ahí. Me dice “bajo de inmediato”. Miro al señor y le digo “ya lo vienen a buscar” Ahora me mira y me dice “Gracias mijita, muchas gracias”. Me despido y veo que desde el otro lado de la vereda la señora del quiosco me agradece con la cabeza, yo me despido de ella con un gesto y mientras camino pienso en la mujer que estaba apurada y que me negó el taxi con un pésima excusa, en la cara de su hija de 7 años mirando al viejo al otro lado de la calle, y en el taxista que me hizo sentir que lo había hecho perder el tiempo. También pienso que fue mejor que el viejo "perdiera" la lucidez antes de subirlo a dar vueltas en un taxi. Mas que mal, los ciudadanos mutantes andan por todas partes.